La microbiota intestinal y las alergias.
La microbiota intestinal es la comunidad de microorganismos simbióticos presentes en el tracto intestinal del ser humano que incluyen bacterias, virus y hongos. Tiene un efecto regulador sobre el sistema inmunitario, influyendo en su desarrollo normal y en las respuestas alérgicas.
Las consecuencias de la disbiosis o el desequilibrio en la microbiota intestinal son un epitelio intestinal permeable y el aumento de citoquinas proinflamatorias a nivel sistémico que se asocia a un aumento en el riesgo de desarrollar alergias.
En los últimos años, se ha determinado el papel central que tiene la microbiota en el desarrollo de las alergias, por su función clave en el desarrollo y regulación de la respuesta inmunitaria local y sistémica. Se ha observado que la alteración de la microbiota intestinal puede estar directamente asociada a un mayor riesgo de desarrollar alergias. Por ejemplo, se ha visto que una baja diversidad microbiana precede a las alergias, probablemente debido a un exceso de higiene durante el desarrollo del sistema inmunitario.
Asimismo, la colonización bacteriana intestinal en los primeros años de vida tiene un gran impacto en el sistema inmunitario del huésped, lo que afecta a su estado de salud en el futuro. El desarrollo adecuado del sistema inmunitario depende en gran medida de las bacterias intestinales.
INTERVENCIONES NUTRICIONALES BENEFICIOSAS PARA LAS ALERGIAS.
El cuidado de la salud intestinal y del sistema inmunitario se basa en un estilo de vida saludable, con un equilibrio entre el descanso y la actividad física regular y una dieta rica en alimentos no procesados como frutas, verduras, cereales integrales, proteínas y ácidos grasos insaturados. Algunos componentes de la dieta pueden aportar un efecto beneficioso para el buen equilibrio del sistema inmunitario. El mantenimiento o restauración de una microbiota saludable y de la funcionalidad de la barrera intestinal por medio de ciertos componentes de la dieta disminuye las probabilidades de desarrollar alergias.
Asimismo, ciertos nutrientes y productos naturales poseen propiedades inmunomoduladoras que podrían resultar beneficiosos en el alivio de los síntomas alérgicos respiratorios y de la piel
Ácidos grasos poliinsaturados Omega-3 y Omega-6.
Los ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) como el ácido eicosapentaenoico (EPA), el ácido docosahexaenoico (DHA) y el ácido gama linolénico (GLA) son componentes esenciales de los fosfolípidos de las membranas celulares y participan en la modulación de las respuestas alérgicas.
Los alimentos típicamente ricos en AGPI omega-3 son: los pescados grasos, las algas, las semillas de lino, las semillas de chía y las nueces; mientras que los AGPI omega-6 suelen estar presentes en los aceites vegetales, las semillas y la carne (Figura 1).
Figura 1: Clasificación, estructura química y principales fuentes dietéticas de ácidos grasos
El efecto de los AGPI omega-3 y omega-6 sobre las alergias respiratorias y de la piel se basa en la modulación de la activación de las células inmunitarias como los linfocitos T, en la regulación de la presentación de antígenos y en la producción de mediadores inflamatorios.
Minerales
Magnesio
El magnesio (Mg) es un mineral abundante en el organismo que actúa como cofactor de enzimas que regulan diversas reacciones bioquímicas del cuerpo, incluyendo la síntesis de proteínas y glutatión (GSH, uno de los antioxidantes más potentes del cuerpo) y de, la función muscular y nerviosa, el control de la glucosa en sangre y la regulación de la presión arterial.
El Mg está presente de forma natural en muchos alimentos como las verduras de hoja verde, cereales integrales y los frutos secos y en menor medida en la carne, los almidones y la leche.
Un nivel bajo de Mg en plasma puede ocasionar problemas de salud a largo plazo. Las personas que consumen una dieta con gran cantidad de alimentos refinados y procesados, y personas con infecciones o diabetes requieren una mayor cantidad de Mg en la dieta y están en riesgo de tener deficiencia de Mg, al igual que ocurre durante el ejercicio y en ciertas condiciones fisiológicas como el embarazo o en personas mayores. Además, los patógenos intestinales pueden alterar la absorción de Mg de la dieta.
El Mg es un broncodilatador leve puesto que modula el estado contráctil de las células del músculo liso bronquial. Así, el agotamiento de los niveles de Mg desencadena la contracción y el espasmo bronquial, mientras que la restauración de los niveles de Mg produce la relajación bronquial, lo que puede ser de beneficio para personas con alergias respiratorias como el asma.
Selenio
El selenio (Se) es un micronutriente que forma parte del aminoácido selenocisteína y está implicado en los mecanismos de defensa antioxidante del organismo como cofactor de la glutatión peroxidasa (GPx), de la tiorredoxina reductasa y de la yodotironina deiodinasa.
En general, el Se se obtiene de alimentos de origen animal y a partir de verduras crucíferas como el ajo, la cebolla y las nueces de Brasil.
Se ha observado que los niveles bajos de Se en plasma están asociados con un mayor riesgo de asma, y que las personas con problemas respiratorios y mala función pulmonar tienen en general niveles reducidos de Se en sangre y una menor actividad de GPx.
Zinc
El zinc (Zn) es un micronutriente esencial y un cofactor vital para la función de numerosas proteínas. Es el segundo oligoelemento más abundante en el organismo después del hierro. El Zn no se almacena en el organismo, por lo que se necesita una ingesta regular de la dieta o de suplementos. Las principales fuentes de Zn son: cereales integrales, carne, leche, queso bajo en grasa, yogur, huevos, frutos secos, verduras de hoja y de raíz, crustáceos, riñón de vacuno, hígado, corazón y moluscos.
Se encarga de mantener el equilibrio antioxidante adecuado del organismo y, en consecuencia, un sistema inmunitario saludable.
Las deficiencias de Zn son frecuentes en la población y los niveles bajos de Zn suelen ser factores de riesgo de desarrollo, gravedad y exacerbaciones del asma, de la dermatitis atópica y la rinitis crónica.
N-Acetil Cisteína (NAC)
La L-cisteína es un aminoácido semiesencial y un precursor del GSH. La N-acetil cisteína (NAC) es una forma estabilizada y altamente biodisponible de la L-cisteína. Se utiliza en la clínica como agente mucolítico. Además, NAC puede desempeñar un papel protector de la microbiota gracias a la restauración de la barrera intestinal por medio de la desactivación de las proteínas que inducen disociación de las uniones intestinales.
La L-cisteína se encuentra de forma natural en la carne, el pescado, los cereales, los productos lácteos, la soja y los huevos.
Probióticos
Los probióticos son microorganismos vivos que promueven un equilibrio adecuado de la microbiota intestinal y administrados en cantidades adecuadas son beneficiosos para la salud del huésped. Los probióticos más utilizados son los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium. Varios factores influyen en los efectos beneficiosos de los probióticos, como por ejemplo la especie, el momento en que se consumen los probióticos y la composición de la microbiota
Los probióticos tienen efectos moduladores sobre la composición de la microbiota y sobre la integridad de la barrera intestinal.
La utilización de ciertas especies de probióticos ha demostrado ser beneficiosa frente a reacciones alérgicas en la piel (eczema) y respiratorias.
Vitamina D3
La vitamina D3 es una vitamina liposoluble y actúa como regulador de la homeostasis del calcio y el fosfato y de la salud ósea. Entre otros efectos, la vitamina D3 tiene un papel importante en la modulación de la respuesta inmunitaria.
La principal fuente de vitamina D3 es la exposición a los rayos ultravioleta (UV) B solares. También puede ser obtenida a partir de la dieta, por medio del consumo de aceite de hígado de bacalao, atún, sardinas, leche, huevos, ciertas setas, zumo de naranja y productos lácteos enriquecidos y a partir de suplementos.
Investigaciones recientes sugieren que los niveles de vitamina D3 en sangre se correlacionan inversamente con la gravedad de síntomas alérgicos de la piel como la dermatitis atópica y la urticaria y que ésta se reduce significativamente con la administración de vitamina D3.
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